Sin embargo, ¿me recordará?
Yo, aún no la puedo olvidar.
Caían las últimas gotas de lluvia sobre mi paraguas, la lluvia había cesado, comenzaba a atardecer y debía llegar a casa antes de que comenzara a llover nuevamente; pero aunque sentía la prisa por llegar, me di el tiempo de observar, ¡sí!, me gusta observar a las personas bajo la lluvia, la forma en la cual caminan, todo cambia, siento que la lluvia les hace tener simpatía con el resto, fíjense, delante de mí, una dama con un gran abrigo rojo, saluda amablemente al panadero que recibe su carga diaria de pan fresco, ella le dice:” que lluvia, todos nos empapamos con tanta agua que cae”, sonríe, y él le responde que claro que sí, que quien no se empapa con tanta lluvia.
Continué observando, había bastante gente por las calles, los niños pequeños, se veían tan lindos con sus botitas y paraguas infantiles, en ese momento, quise recordarme a mí en una situación parecida, pero… nada, ni un solo recuerdo, a veces por más que lo intentara, no podía recordar nada. Si no hubiera sido por mis padres adoptivos que me encontraron, no sé que habría sido de mí.
Quedaban solo dos cuadras para salir del centro del pueblo, cuando escuché que gritaban mi nombre, ¿mi nombre?, vaaah,
- ¡Victoria! ¡Victoria!- gritó una señora de unos cincuenta años de edad, ¿me conocerá?, era muy extraño que alguien me conociera en este pueblo, llevaba menos de una semana, tal vez será que al fin tendré alguna pista para poder saber que fue lo que ocurrió con mi vida, comencé a alegrarme :).
-Hola, buenas tardes- saludé con una sonrisa
-¡Hola Victoria! ¡Tantos años!, ¡qué grande estás!- dijo esa dama, que al parecer si me conocía.
- disculpe, ¿usted me conoce?-
-¡por supuesto mi niña!, usted fue mi alumna, ¿no me recuerda?, yo fui profesora jefe de usted en la enseñanza media-
- ¿en serio?
-bueno hijita, no se preocupe-
Caminamos hasta el “fleur de sourire” y comenzamos a conversar, me contó que se encontraba en el pueblo por un viaje de vacaciones, ya es jubilada y ahora solo se preocupa de disfrutar la vida.
Entramos al café, me contó que yo fui una buena alumna y que me tenía mucho aprecio, pero que ella siempre tuvo una duda, nunca logró entender, porque yo desaparecí apenas acabé los estudios.
-sabe,
-¿padres adoptivos?- dijo muy impresionada
-sí, mis padres biológicos me abandonaron, según me cuentan mis papás adoptivos, era bastante grande, cuando me encontraron sola en una banca de una plaza, estaba un tanto herida, pero en buenas condiciones; ellos me curaron y me adoptaron como hija-
- pero, pero
-es lo que quiero saber, no sé nada de ellos-
-¡pero si eran tan buenas personas!, siempre estaban ahí, pendientes de ti, que lamentable… y ¿cómo es que llegaste aquí a los suburbios del país?-
-nos cambiamos hace pocos días de otro pueblo cercano, querían más tranquilidad para mí, la universidad me estresa bastante, y tomo un break, usted comprenderá que me es difícil concentrarme al no tener pasado, tuve que tener profesores particulares para ver cómo estaba mi desempeño, pero para sorpresa de todos, recordé perfectamente los estudios, solo me hizo falta repasar y entré a la universidad-
-¡qué buena noticia!, ¡me alegro mucho realmente que a pesar de todo lo que has sufrido salgas adelante!-
-gracias… una consulta ¿Cuál es su nombre?- reímos
-Margarita, tu ex profesora de lenguaje, para mí es un verdadero placer volver a hablar contigo Victoria-
-para mi igual, sabe, me encantaría volver a tener contacto con usted, ¿me daría su teléfono?-
Me dio su teléfono, pagué la cuenta del restaurant y salimos fuera de él, nos despedimos, y me fui a mi casa, ya había atardecido y comenzaba a anochecer.
Esa noche Me sentía feliz, tenía al fin, un rayito de esperanza para saber de dónde vengo.
Como cada noche entre dormida escuché esa melodía, si, una melodía que no sé de donde sale, es la de un piano, me hace feliz, una vez hasta me levanté para ver de dónde salía, y nada, bueno, no me molesta al contrario me encanta, es como si susurraran la melodía a mis oídos, pero quien sabe, tal vez Dios la envía para que pueda dormir no tan ahogada por la presión de saber quién soy.
Estaba pensando en la bella melodía, cuando escuché a mis papás hablar en su dormitorio a susurros, me sentí una especie de detective y sentí el deseo de escuchar lo que hablaban.
-¡NO,Carmen!, si fue lo mejor para la Vicky, imagina el futuro que habría tenido si se hubiera logrado escapar con ese pelagatos-
-pero eso era lo que ella quería, y me siento culpable por esconder la verdad-
¡No lo podía creer!
Abrí la puerta y les dije:
¿Que verdad?
Tu sonido: Próximamente Capítulo II: “paso a paso”.